martes, 6 de noviembre de 2012

Sombras...



¿Serán simple juego de luces, o más bien una parte oculta de nosotros mismos?
Generalmente las vemos cada día y noche, a cada segundo, en cada instante...
¿Qué escondemos tras una sombra?

Creo que al ocultarnos podemos demostrar cosas que a simple luz y vista de todos no haríamos. Demostramos amor o pasión, la atracción del uno al otro, o en otros casos, violencia e imprudencia con nuestras propias vidas y con las vidas de quienes nos rodean.


Podría decirse, entonces, que las sombras, la oscuridad, y en general, la noche, es una especie de máscara, con la que nos volvemos libres, valientes e invulnerables, a tal punto de transformarnos en unas bestias, dominadas por nuestros impulsos, deseos, necesidades, o la adrenalina de saber que estamos rompiendo las reglas y normas que las sociedad considera como éticamente correctas.

Fue una sombra la que me llevó a escribir este primer microcuento. Una sombra, en la noche, en el lugar que ocupo para caminar, reflexionar y observar a aquellas personas que por sentirse libres, plenas, por sentir la adrenalina de estar infringiendo la ley o ser descubiertos por alguien en pleno acto, por pasar un rato de satisfacción personal, o simplemente por no tener un lugar físico donde juntarse, demuestran su necesidad de sentir afecto, pasión y lujuria mutua, buscando los lugares más recónditos y sombríos de Santiago, donde no cruce haz de luz alguno.

C. Wolf. O'Donnell
22-Mar.-2012

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